La existencia de Dios solo puede ser puesta en tela de juicio dentro del corazón humano. Porque la creación misma expresa su respeto sin palabras pero con hechos abrumadores. 

No es posible abarcar, ni entender, ni explicar la magnitud de las complejas interrelaciones que permiten al mundo seguir existiendo. Aun así, cada uno de nosotros hemos intentado alguna vez, separar al artífice de su obra.

La Biblia menciona con dolor este intento: 

"Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo" 

(Hebreos 3:12)

Utiliza la figura del corazón malo para referirse a aquel tipo de razonamiento que usa de la violencia argumental para negar su existencia. El ser humano solo logra apartarse del Dios vivo despreciando lo que no entiende para abrazar el reduccionismo argumental que lo transforma en el dios mortal.

Sin embargo hay esperanza. 

Porque cada una de las veces que el dios mortal, el yo egocéntrico, disipa los recursos que lo mantienen erguido, entonces y solo entonces, es cuando con sincera humildad comienza a mirar hacia el cielo....

Y allí sucede lo inesperado.